Al leer este bello libro de viajes de 1930 encuentro información sobre un objeto desconocido para mí y que, de alguna manera, sugieren alguna especie de tortura: pares de zapatos que no diferencia la izquierda de la derecha. Y claramente, indubitablemente existieron.
"Pone el colmo a esta evocación
escénica la vista de dos muchachos riñendo también en una era, así como los vio
Don Quijote. Acércome a ellos y me entero de su pendencia. No es que riñeran
por una jaula de grillos, sino que aquel día tocaba al mayor de ellos llevar
unos condenados zapatos que, por ser de horma igual, le hacían mucho daño y a
todo trance quería traspasarlos a su hermano. Éste se oponía al endoso, y el
otro le pegaba.
Porque es de advertir que en
estos lugares siguen haciéndose los zapatos con horma igual, a pretexto de que duran
más, y se castiga con pan duro y algunos azotes a los niños que, porque les
duele ese bárbaro calzado, no quieren cambiárselo de pie de un día para otro."
Lazarillo español. Ciro Bayo. Ediciones Cátedra, página 89