La infancia y sus usos y costumbres cambian. Yo, con cincuenta y un años, he jugado con calles de arena sin coches, con balones de reglamento y, en contadas ocasiones me he apedreado con los niños de otras calles. Ahora nuestros niños están, afortunadamente, mucho más seguros en nuestras calles, pero la relación entre los niños y las piedras viene de antiguo como lo muestra la historia de los honderos baleares que ya nos cuenta Flavio Vegecio Renato en su Epitoma rei militari. (*)
"Se debe instruir a los reclutas en el arte del lanzamiento de piedras tanto a mano
como con honda. Se dice que los habitantes de las islas Baleares han sido los
inventores de la honda, y que su sorprendente destreza en el manejo la debían a la
forma de enseñar a sus niños. Sus madres no les permitían coger su comida si
antes no la habían derribado con sus hondas. Los soldados, a pesar de su armadura defensiva, quedan a menudo más vejados por los cantos rodados que por
las flechas del enemigo. Las piedras matan sin lacerar el cuerpo y la contusión es
mortal sin pérdida de sangre. Es universalmente sabido que los antiguos emplearon
honderos en sus combates. Existe el mayor motivo para instruir a todas las tropas,
sin excepción, en este ejercicio, pues la honda no suele considerarse de gran
importancia y a menudo resulta del mayor servicio, especialmente cuando se está
obligado a combatir en poblaciones de piedra, o a defender una montaña o
promontorio, o al rechazar al enemigo que ataca una ciudad o castillo."