domingo, 21 de abril de 2019

LAS DUDAS DE SAN JOSÉ EN LA LITERATURA





Antes de los estudios genéticos no existía forma humana de asegurar la filiación paterna de un hijo. Estas dudas ya las tiene José con su hijo y la literatura religiosa en los primeros siglos se permitió relatar las cuitas de este santo varón. Veáse de Guzman Manrique la obra de 1476 “El nacimiento de nuestro señor”(1)


La Representaçión del Nasçimiento de Nuestro Señor



Lo que dize JOSEPE, sospechando de Nuestra Señora:

 
 ¡Oh viejo desventurado!
Negra dicha fue la mía
en casarme con María
por quien fuesse deshonrado.
   Ya la veo bien preñada,
no sé de quién, nin de cuánto.
Dizen que d'Espíritu Santo,
mas yo d'esto non sé nada.
La oraçión que faze la GLORIOSA:

 
   ¡Mi solo Dios verdadero,
cuyo ser es inamovible,
a quien es todo posible,
fáçil e bien fazedero!
   Tú que sabes la pureza
de la mi virginidad,
alumbra la çeguedad
de Josep, e su simpleza.


El ÁNGEL a JOSEPE:

 
   ¡Oh viejo de muchos días,
en el seso de muy pocos;
el principal de los locos!
¿Tú no sabes que Isaías
dixo: «Virgen parirá»;
lo cual escribió por esta
doncella gentil, honesta,
cuyo par nunca será?



Cuando tuvo lugar más tarde el Concilio de Trento, ya no se toleraron estas dudas metódicas sobre la paternidad de Jesús de Nazaret, prohibiendo la censura contrareformista la representación de una obra semejante “Auto de la Confusión de San José” de de Juan de Quirós. (2)


viernes, 19 de abril de 2019

NIÑOS Y PIEDRAS



La infancia y sus usos y costumbres cambian. Yo, con cincuenta y un años, he jugado con calles de arena sin coches, con balones de reglamento y, en contadas ocasiones me he apedreado con los niños de otras calles. Ahora nuestros niños están, afortunadamente, mucho más seguros en nuestras calles, pero la relación entre los niños y las piedras viene de antiguo como lo muestra la historia de los honderos baleares que ya nos cuenta Flavio Vegecio Renato  en su Epitoma rei militari.  (*)



XVI. LA HONDA. (1)

"Se debe instruir a los reclutas en el arte del lanzamiento de piedras tanto a mano como con honda. Se dice que los habitantes de las islas Baleares han sido los inventores de la honda, y que su sorprendente destreza en el manejo la debían a la forma de enseñar a sus niños. Sus madres no les permitían coger su comida si antes no la habían derribado con sus hondas. Los soldados, a pesar de su armadura defensiva, quedan a menudo más vejados por los cantos rodados que por las flechas del enemigo. Las piedras matan sin lacerar el cuerpo y la contusión es mortal sin pérdida de sangre. Es universalmente sabido que los antiguos emplearon honderos en sus combates. Existe el mayor motivo para instruir a todas las tropas, sin excepción, en este ejercicio, pues la honda no suele considerarse de gran importancia y a menudo resulta del mayor servicio, especialmente cuando se está obligado a combatir en poblaciones de piedra, o a defender una montaña o promontorio, o al rechazar al enemigo que ataca una ciudad o castillo."