Quien venga siguiendo las peregrinas aportaciones de esta voz
habrá percibido, sin duda, que la gran mayoría de casos, no son sonrisas sino lágrimas.
Cuando leo lo que leo en las obras clásicas resulta evidente una gran mayoría
de situaciones con niños inmersos en historias de dolor y de pena. ¡Que maltratada
ha sido la infancia a lo largo de los siglos¡ ¡Que de bondades sin cuento
recibe ahora¡ Felicitémonos por este radical cambio en el trato que esta
sociedad ha logrado.
Hoy traigo este bellísimo pasaje de un poeta poco leído hoy, Don
Luis de Góngora y Argote, representante máximo del barroquismo. Poeta que desde
el lejano siglo XVII cayó en el olvido y se rescató por los jóvenes poetas
hispanoamericanos del 27, elevándolo a los altares. En España Don Dámaso Alonso
lo desmenuzó y lo hizo asequible a cualquiera de nosotros. Basta con ser osado,
atrevido, zambullirse en sus composiciones. Especialmente en su Fábula de Polifemo y Galatea, obra magna,
obra enorme de belleza insoportable en algunas estrofas.
Sabemos que la edad de las primeras relaciones sexuales en España
se ha ido adelantando hasta los actuales 15 y 16 años. En el pasaje de hoy se
describe con la delicadeza máxima la entrega mutua entre el bello Acis y la
ninfa Galatea y solo podemos desear que todos nuestros jóvenes lo vivan con
este encanto y ternura.
Podéis imaginar la respuesta del gigante Polifemo que también bebe
los vientos por la cándida ninfa.
Estrofa 41
El ronco arrullo al joven solicita;
mas, con desvíos Galatea suaves,
a su audacia los términos limita,
y el aplauso al concento de las aves.
Entre las ondas y la fruta, imita
Acis al siempre ayuno en penas graves:
que, en tanta gloria, infierno son no breve
fugitivo cristal, pomos de nieve.
Estrofa 42
No a las palomas concedió Cupido
juntar de sus dos picos los rubíes
cuando al clavel el joven atrevido
las dos hojas le chupa carmesíes.
Cuantas produce Pafo, engendra Gnido,
negras vïolas, blancos alhelíes,
llueven sobre el que Amor quiere que sea
tálamo de Acis ya y de Galatea.
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