No siempre traemos aquí, a este florilegio, textos de contenido agradable y feliz. Recientemente la sociedad española se ha visto indignada por la detención de un progenitor inhumano (*) que vendió su hija por una cantidad de droga. Lo cierto y verdad es que el rastro del maltrato a la infancia, afortunadamente hoy cada vez menor, se hunde en los años y los siglos previos.
Como dolorosa muestra este relato que encontramos en la Vida de los sofistas de Filóstrato.
Así, lo que se debe saber de él es lo siguiente. Pólux se había ejercitado bien en la labor de crítico, pues había sido discípulo de su padre, versado en cuestiones de crítica; en cambio, constituía sus discursos sofísticos con auxilio de la osadía, más que de las reglas del arte, confiado en su disposición natural, pues poseía excelentes dotes innatas. Discípulo de Adriano, dista, por igual, de sus más altas cualidades y de sus imperfecciones; no es demasiado sencillo ni se eleva con exceso, sólo hay que algunas gotas de almíbar mezcladas con sus palabras. He aquí una muestra de su estilo oratorio: «Proteo de Faro, el prodigio de Homero, forma múltiple y varia, se alza en ola, se enciende en fuego, muda en furioso león, se lanza en un jabalí, repta en figura de sierpe, salta en trazas de pantera y, cuando se hace árbol, peina melena de hojas» Pongamos como ejemplo de su arte de declamador: Los isleños que venden a sus hijos para pagar los tributos, puesto que se presume que éste es el tema que mejor expuso, cuyo final dice así: «Un hijo, en el continente, desde Babilonia escribe a su padre que está en la isla: “Soy esclavo de un rey a quien me entregó un sátrapa como regalo; no monto caballo medo ni sostengo el arco persa, tampoco salgo a la guerra ni voy de caza, como un hombre, sino que me siento en las habitaciones de las mujeres y cuido de las concubinas del rey, y el rey no lo toma a mal porque soy un eunuco. Soy estimado por ellas, porque les describo el mar de Grecia y les relato historias de las hermosas costumbres de los griegos, cómo celebran los Eleos sus fiestas solemnes, cómo da sus oráculos Delfos, cuál es en Atenas el altar de la Piedad. Tú, padre, escribe también y dime cuándo son las Hiacintias en Lacedemonia, los Juegos Ístmicos en Corinto y los Píticos en Delfos y si los atenienses vencen en sus batallas navales. Adiós, y salúdame a mi hermano, si aún no ha sido vendido".
Tremenda, la carta.
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