Tirèsias metamorfosis
En este siglo XXI una parte de la población ha accedido a nuevos derechos sociales, muchos de ellos yacen en al ámbito de los derechos sexuales y eróticos. Hombre y mujer tienen capacidad para amar y ser amados.
Tal vez como juego, como experimento mental, nuestros amigos los griegos de la antigüedad se preguntaron qué sexo gozaba más en el momento del ayuntamiento carnal. Ante pregunta tan delicada y enmarañada, ¿a quién preguntar? ¿Quién podría hablar con conocimiento de causa? La respuesta es fácil, preguntad a Tiresias el ciego adivino que a lo largo de su vida fue hombre y mujer. A él le preguntaron Júpiter y su esposa Juno. A él preguntamos.
Veamos su historia contada por el gran Ovidio en su magna obra (y entretenida) Metamorfosis en el Libro III versos 316-338.
...y (Jupiter) con la desocupada Juno agitaba
remisos juegos, y: «Mayor el vuestro en efecto es,
que el que toca a los varones», dijo, «el placer».
Ella lo niega; les pareció bien cuál fuera la sentencia preguntar
del docto Tiresias: Venus para él era, una y otra, conocida,
pues de unas grandes serpientes, uniéndose en la verde
espesura, sus dos cuerpos a golpe de su báculo había violentado,
y, de varón, cosa admirable, hecho hembra, siete
otoños pasó; al octavo de nuevo las mismas
vio y: «Es si tanta la potencia de vuestra llaga»,
dijo, «que de su autor la suerte en lo contrario mude:
ahora también os heriré». Golpeadas las culebras mismas,
su forma anterior regresa y nativa vuelve su imagen.
El árbitro éste, pues, tomado sobre la lid jocosa,
las palabras de Júpiter afirma; más gravemente la Saturnia (Juno) de lo justo,
y no en razón de la materia, cuéntase que se dolió,
y de su juez con una eterna noche dañó las luces.
Mas el padre omnipotente -puesto que no es lícito vanos a ningún
dios los hechos hacer de un dios-, por la luz arrebatada,
saber el futuro le dio y un castigo alivió con un honor.
Así que Tiresias había sido Teresa por haber matado una serpiente (cuya forma puede recordar... en fin)
ResponderEliminarSeguramente Freud leyó a los clásicos.