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"También la sabiduría del ánima sensitiva depende del
temperamento del celebro; porque si es tal cual sus obras le piden y han
menester, las acierta muy bien a hacer, y si no, también las yerra como el
ánima vegetativa. El medio que tuvo Galeno para contemplar y conocer por vista
de ojos la sabiduría del ánima sensitiva fue tomar un cabrito luego en
naciendo; el cual, puesto en el suelo, comenzó a andar como si le hubieran
enseñado y dicho que las piernas se habían hecho para tal uso; y tras esto, se
sacudió de la humidad superflua que sacó de la madre; y alzando el pie, se
rascó tras la oreja, y poniéndole muchas escudillas delante con vino, agua,
vinagre, aceite y leche, después de haberlas olido todas, de sola la leche
comió. Lo cual visto por muchos filósofos que a la sazón se hallaron presentes,
a voces dijeron: «¡Gran razón tuvo Hipócrates en decir que las ánimas eran
sabias sin haber tenido maestro!». Y no sólo se contentó Galeno con esto; pero
pasados dos meses, lo sacó al campo muerto de hambre; y oliendo muchas yerbas,
de solas aquéllas comió que las cabras suelen pacer.
Pero, si como Galeno se puso a contemplar
las obras de este cabrito, lo hiciera entre tres o cuatro juntos, viera que
unos andaban mejor que otros, se sacudían mejor, se rascaban mejor y hacían
mejor hechas las obras que hemos contado. Y si Galeno criara dos potros, hijos
de unos mesmos padres, viera que el uno se hollaba con más gracia y donaire,
corría y paraba mejor, y tenía más fidelidad. Y Si tomara un nido de halcones y
los criara, hallara que el primero era gran volador, el segundo gran cazador y
el tercero goloso y de malas costumbres. Lo mesmo hallara en los podencos y
galgos; que, siendo hijos de unos mesmos padres, al uno no le faltaba más que
hablar en la caza y al otro no le imprime más que si fuera mastín de ganado."
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