Ley fué, ilustre señor, entre unos bárbaros que llamaron los lidos, que en caso de muerte nadie fuese a consolar al padre, dentro del año que se le había muerto su hijo, porque si le pesó mucho de verle morir, era muy temprano para le consolar. Aunque estos lidos tenían nombres de bárbaros, a mi parescer eran en esto cuerdos y discretos, porque el coraçón recién lastimado y lloroso, como está atónito y espantado, con ninguna cosa le pueden más consolar que con ayudarle su tristeza a llorar. Todo esto digo, señor duque, para que si os paresce que escribo tarde esta letra consolatoria, me creáis que sentí muy temprano vuestra pérdida y lástima, y que de pura industria, y no de pereza, he estado hasta agora aguardando que se os enxugasen un poco las lágrimas y se vadease algo vuestro coraçón.
Cartas Familiares. II- VII
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