lunes, 16 de septiembre de 2024

FIEBRE TIFOIDEA


Juan Valera, escritor delicado y exquisito fue infeliz en su matrimonio y siempre tuvo problemas económicos. En sus correspondencia con su queridísima hermana (y paño de sus lágrimas) nos relata como se cuidaba a una enferma (su mujer) de esta enfermedad.



Lisboa, 28 de Febrero de 1882. 

Querida hermana:

A pesar de cuantos esfuerzos hice por mí y valiéndome del médico Barbosa para que se lo aconsejase y aún mandase, mi mujer se ha cuidado poco, ha dormido junto la niña, y la niña la ha contagiado de su mal. La niña está mejor: casi fuera de peligro: más para mí es ya casi evidente que Dolorcitas tiene calenturas tifoideas.

Esta enfermedad es grave y de peligro. Yo, con todo, no me atrevo a decir nada por telégrafo a mi madre política. La buena Señora está muy anciana y delicada de salud, ama mucho a su hija, y sería capaz de emprender el viaje y de venirse aquí, lo cual la medio mataría o mataría del todo.

Las calenturas tifoideas aún no están declaradas en Dolores. El médico recela que lo serán. Aquí se le prodigan los cuidados. Tiene tres visitas diarias del médico: todos los criados de casa atendiendo a su servicio, y dos hermanas de la caridad. Yo mismo la acompaño, siempre que ella quiere sufrir mi pre- sencia.

Sucederá lo que Dios quiera, pero no faltarán a Dolores todos los cuidados y todos los médios de que recobre pronto su salud. El médico dá muchas esperanzas. Figurate como estaré yo, y cuan arrepentido por todos lados de que mi mujer haya venido a Lisboa. Dios querrá que se salve, y entonces se irá con los niños donde le parezca.

No sé si te he dicho que Luisito está en casa de Madame Goyri, y Carlitos en casa del Cónsul, a fin de apartarlos del contagio 


Cartas íntimas (1853-1897). Juan Valera. Página 151

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