La
semana pasada expusimos las ventajas, indubitables, de la lactancia materna
para los bebés y lactantes. Con ser esto cierto, menos de nosotros sabremos,
que por ser un alimento muy completo, también ha demostrado a lo largo de la
historia sus ventajas para las personas ancianas. No cabe olvidar que 1 litro
de leche madura de madre contiene 700 kilocalorías y un 88% de agua en su
composición, suficiente para mantener a una persona adulta con vida, sobretodo si
pensamos que las dietas extremadamente bajas para tratar la obesidad mórbida
contienen entre 450 y 800 kilocarías/día. [1]
Para
sustentar esta tesis os traigo una serie de relatos que tratan en extenso el
tema, tan querido a los clásicos, del amor entre generaciones y del debido deber
de atención y sustento de los hijos hacia los padres cuando éstos alcanzan una
vejez debilitante. Comenzaremos con el relato de las cuitas de Pero y su madre
/ padre Cimón, en la voz del escritor romamo Valerio Máximo (Siglo I a.C). Su
obra fue muy usada en los siglos posteriores para elaborar discursos morales.
Al tema que nos ocupa se le conoce aún en la actualidad con el lema de “Cáritas Romana.”
“El Pretor entregó a un Triunviro una mujer de noble
sangre que avía condenado a muerte en su tribunal, para que le matase en la
cárcel. A donde recibida, el carcelero movido de misericordia no la mato luego (inmediatamente). También permitió que una
hija suya entrase donde ella estaba, pero mirándola con gran cuidado, porque no
llevase alguna comida, pensando que avía de suceder muriese de hambre. Pero
como ya pasasen muchos días, considerando el carcelero qué fuese la causa
porque se sustentaba tanto tiempo, mirándola con más curiosidad vio que
sustentaba (a) la madre socorriéndola con su leche dándole el pecho. Aviendo el
carcelero dicho al Triunviro esta novedad tan admirable de lo que avía visto,
el Triunviro al Pretor, el Pretor a la congregación de los jueces alcanzó que
no executasen la sentencia contra la mujer.”
“Pensaría alguno que se hizo esto contra la naturaleza
de las cosas, si la primera lei de la naturaleza no fuera amar a los padres.”
“Juzguemos que Pero hizo lo mismo quanto toca a la
piedad, la qual sustentó a su padre Cimón afligido con la misma fortuna, y
estando preso siendo ya muy viejo, dándole pecho como si fuera algún niño.”
“Los nueve libros de los
Exemplos y virtudes morales de Valerio Máximo traduzidos y comentados en lengua
castellana” Diego
López. Sevilla, 1631. Libro V, Capítulo IV. “De
la piedad para con los padres.”
La
misma leyenda de Cimón y Pero, la trata, en verso y de forma más amena nuestro
clásico del siglo XVI Francisco de Guzmán.
“A muerte fue por
mala condenada
la madre de la hija más piadosa,
que Tulia más arriba ya nombrada
la hija de Servilio maliciosa:
La qual muger en cárcel encerrada
por no le dar la muerte vergonçosa
querían que de hambre se muriesse
do nadie su pecado conociesse.
La hija de la qual entrar podía
a verla cada ora que quisiesse,
mirándola contino si metía
viandas a la madre que comiesse:
Mas viendo ya que muerta ser deuia
busco la guardia modo que pudiesse,
secretamente ver de que manera
biuia la cuytada prisionera.
Y solas otras vez las dos estando
miró por cierta parte muy secreta,
y vio la triste madre que mamando
la hija sustentaua con la teta:
Lo qual el carcelero publicando
mandaron por justicia harto recta,
que fuesse por la hija ser tan buena
la mala madre libre de la pena.”
la madre de la hija más piadosa,
que Tulia más arriba ya nombrada
la hija de Servilio maliciosa:
La qual muger en cárcel encerrada
por no le dar la muerte vergonçosa
querían que de hambre se muriesse
do nadie su pecado conociesse.
La hija de la qual entrar podía
a verla cada ora que quisiesse,
mirándola contino si metía
viandas a la madre que comiesse:
Mas viendo ya que muerta ser deuia
busco la guardia modo que pudiesse,
secretamente ver de que manera
biuia la cuytada prisionera.
Y solas otras vez las dos estando
miró por cierta parte muy secreta,
y vio la triste madre que mamando
la hija sustentaua con la teta:
Lo qual el carcelero publicando
mandaron por justicia harto recta,
que fuesse por la hija ser tan buena
la mala madre libre de la pena.”
Francisco de
Guzmán. Triunfos morales. 1565
La anécdota que nos
traslada este relato ha sido ampliamente tratado en las artes plásticas,
comenzado por un fresco en mal estado en Pompeya. Más tarde tuvo una amplia
difusión en el Renacimiento y en los siglos XVI y XVII. Os dejo varios
ejemplos. (Galería de Imágenes)
No hay comentarios:
Publicar un comentario