En esta obra teatral de Azorín, Judith, se relata la agonía y muerte de un niño enfermo. Era 1925 y la mortalidad infantil en ese año fue mayor de 87000 niños. Afortunadamente hemos mejorado infinitamente. (*)
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CORONEL.- ..... Cuando he salido de casa para venir a esta región minera he dejado un niño de seis años gravemente enfermo.
PRESIDENTE.—¿Un niño de usted
CORONEL.-Sí, señor Presidente. Un niño de seis años. Llevaba ya veinte días de cama. Al principio de la enfermedad le comprábamos juguetes, y él se distraía manejándolos sobre el lecho. Luego se fue poco a poco sumiendo en un profundo sopor; tenía las mejillas encendidas y los ojos brillantes. No reparaba ya en los juguetes; se había ido quedando delgadito, muy débil. Yo no tenía fuerzas para separarme de la cama. Y cuando he recibido la orden de marcha ha sido como si me hubieran metido una bala en el cerebro.
PRESIDENTE. ¿Ha tenido usted noticias luego?
CORONEL. Las noticias son malas; a estas horas se habrá muerto.
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