viernes, 29 de marzo de 2024

¿ÉS UN PÁJARO, ÉS UN AVIÓN...? NO, ÉS EL MAGISTRAL.



Pero aquella sotana le quemaba el cuerpo. La idea de maníaco de que estaba vestido de máscara llegó a ser una obsesión intolerable. Sin saber lo que hacía, y sin poder contenerse, corrió a un armario, sacó de él su traje de cazador, que solía usar algunos años allá en Matalerejo, para perseguir alimañas por los vericuetos, y se transformó el clérigo en dos minutos en un montañés esbelto, fornido, que lucía apuesto talle con aquella ropa parda ceñida al cuerpo fuerte y de elegancia natural y varonil, lleno de juventud todavía. Se miró al espejo. «Aquello ya era un hombre". La Regenta nunca le había visto así.

La Regenta. XXX


martes, 19 de marzo de 2024

DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL

LA ENFERMEDAD MENTAL Y SU DOBLE DOLOR

 


¿Quién no conoce la tragedia Áyax de Sófocles? En ella nuestro anticuado pero gran héroe, Áyax Telamonio, enfurecido por lo que él considera un grave agravio a su honor, enloquece y causa una sarracina en un rebaño de bueyes, alimento de las huestes aqueas que asedian Troya. (¿No os recuerda a Don Quijote y sus ovejas que le pasan por encima?)
Pues bien, en los versos 255 - 275 se plantea bellamente la siguiente pregunta implícita: ¿quién sufre más en un caso de enfermedad mental, el afectado o la familia?
Veamos la respuesta que nos llega desde el siglo V a.C.

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(Tecmesa, mujer de Áyax, tras conocer las muertes causadas por su esposo en su locura)

Tecmesa.— Ahora no (está enloquecido); pues como se calma el impetuoso Noto después de bramar con furia, cuando cesan los brillantes relámpagos, así ahora él, vuelto en su sentido, tiene una nueva pena; pues el ver sus propios males, de quienes él sólo es autor, grandes dolores le produce.

Coro.— Pues si está tranquilo, ciertamente que auguro buena suerte; porque si desaparece ya el mal, no es tanta su importancia.

Tecmesa.— Si te dieran a elegir, ¿qué escogerías? ¿Acaso llorar mientras vieras gozando a los amigos, o condolerte sufriendo con ellos la desgracia común?

Coro.— Las dos cosas, ¡oh mujer!, son un mal grave.

Tecmesa.— Pues yo, sin sufrir el mal, estoy sumida en la aflicción.

Coro.— ¿Cómo dices eso? No entiendo lo que quieres decir.

Tecmesa.— Este hombre, mientras se encontraba loco, gozaba en medio de su desgracia, llenando de aflicción a los que estábamos cabales. Mas ahora, desde que cesó la locura y se vio aliviado de la enfermedad, está todo él transido de agudos dolores, y yo, no menos que antes. ¿No es esto doble desgracia en vez de sencilla?

Coro. – Convengo contigo, y temo que este golpe venga de algún dios. ¿Cómo no, si libre de la enfermedad, no se siente más gozoso que cuando la sufría?

Tecmesa.— Pues tal es lo que sucede y conviene que lo sepas.






domingo, 17 de marzo de 2024

!PROFESOR, FALTAN DATOS ...!

Cuando yo era un escolar y el profesor de matemáticas nos dictaba un problema, era cuestión de tiempo que, alguien de las filas traseras exclamase con tono alarmado: !profesor, faltan datos!
¿Qué datos nos faltan en esta descripción que de Pepita Jiménez hace Luis, seminarista?

...y en verdad que si lo dijese no mentiría, porque los tiene grandes, verdes como los de Circe, hermosos y rasgados; y lo que más mérito y valor les da, es que no parece sino que ella no lo sabe, pues no se descubre en ella la menor intención de agradar a nadie ni de atraer a nadie con lo dulce de sus miradas. Se diría que cree que los ojos sirven para ver y nada más que para ver. Lo contrario de lo que yo, según he oído decir, presumo que creen la mayor parte de las mujeres jóvenes y bonitas, que hacen de los ojos un arma de combate y como un aparato eléctrico o fulmíneo para rendir corazones y cautivarlos. No son así, por cierto, los ojos de Pepita, donde hay una serenidad y una paz como del cielo. Ni por eso se puede decir que miren con fría indiferencia. Sus ojos están llenos de caridad y de dulzura. Se posan con afecto en un rayo de luz, en una flor, hasta en cualquier objeto inanimado; pero con más afecto aún, con muestras de sentir más blando, humano y benigno, se posan en el prójimo, sin que el prójimo, por joven, gallardo y presumido que sea, se atreva a suponer nada más que caridad y amor al prójimo, y, cuando más, predilección amistosa, en aquella serena y tranquila mirada.


***

Por otra parte, querido tío, yo tengo que vivir en el mundo, tengo que tratar a las gentes, tengo que verlas, y no he de arrancarme los ojos. Usted me ha dicho mil veces que me quiere en la vida activa, predicando la ley divina, difundiéndola por el mundo, y no entregado a la vida contemplativa en la soledad y el aislamiento. Ahora bien; si esto es así, como lo es, ¿de qué suerte me había yo de gobernar para no reparar en Pepita Jiménez? A no ponerme en ridículo, cerrando en su presencia los ojos, fuerza es que yo vea y note la hermosura de los suyos, lo blanco, sonrosado y limpio de su tez; la igualdad y el nacarado esmalte de los dientes que descubre a menudo cuando sonríe, la fresca púrpura de sus labios, la serenidad y tersura de su frente, y otros mil atractivos que Dios ha puesto en ella. 


sábado, 16 de marzo de 2024

!PAPI TERO KK...!



En la comedia aristofánica de Las Nubes un padre, Estrepsíades, discute con su hijo, Fidípides, derrochador y vago. El primero le recuerda cómo lo cuidó de amoroso cuando era niño, y lo poco que espera de su hijo ahora.

(Os ofrezco dos traducciones para observar el grado de personalismo que permiten).



ESTREPSÍADES. ¡Justísimamente, desvergonzado! ¡A mí que te he educado con cariño, que adivinaba los deseos que manifestabas con voz todavía balbuceante! decías "brin", te comprendía, y te daba al punto de beber. Si decías "manman", seguida te traía pan. Apenas habías dicho "cacean" te sacaba fuera y te sostenía hicieras tus necesidades. Ahora, aunque yo clame y grite, es bien seguro, bribón que no me sacaras fuera ni me sostendrás. Al contrario, me sofocas y me obligas desahogarme aquí mismo.


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ESTREPSIADES ¿Cómo que con razón? Yo, desvergonzado, que te crié atendiendo a todo lo que balbuceabas, por saber qué querías. Si decías "aba", yo te entendía y te daba de beber; si pedías «pa» yo iba traerte pan; no habías acabado de decir «caca", cuando yo te había cogido, y te sacaba a la puerta sosteniéndote. Pero tú ahora cuando me estrangulabas, aunque yo chillaba y gritaba que quería cagar, no quisiste ¡maldito¡, sacarme fuera, a la puerta, sino que me ahogaba y me hice caca allí mismo.


Aristófanes. Las nubes. v 1370. Alianza Editorial.











lunes, 11 de marzo de 2024

DE ORESTES, LA NODRIZA

Orestes llega a su casa, Argos, con un sangriento destino. Vengar en su madre el asesinato de su padre, Agamenón. Aún rige la ley de "sangre por sangre". Pero en medio de tan infaustos presagios, entre tanta tensión premonitoria de más sangre aparece la que fuera nodriza de Orestes. Y nos ofrece este tierno y sentido pasaje.
 Todo ocurre en la segunda tragedia de la Orestíada. Aún no existía Netflix pero sí las series 
Disfrutadlo, que vienen curvas.

NODRIZA..... Mas ¡mi Orestes, el desvelo de mi vida, que recibí del seno de su madre, que yo crié...! ¡y los gritos agudos que me hacían vagar toda la noche y las penas que soporté, todo lo habré sufrido inútil- mente! Un niño que no tiene conocimiento se ha de criar como un animalito, ¿no es verdad?, según el criterio de la nodriza. Una criatura todavía en pañales no habla, tenga hambre, sed o ganas de orinar: su joven vientre se basta por sí mismo. Yo bien intentaba adivinar sus necesidades, pero muchas veces, en verdad, me mentía y había de lavar los pañales; entonces hacía a la vez de lavandera y nodriza. Yo, que tenía esta doble tarea, recibí a Orestes de su padre. 

Esquilo. Las coéforos


Clitemnestra y su hacha de doble filo.

viernes, 8 de marzo de 2024

LA SENECTUD


Y la vejez extrema,
su follaje agostado,
marcha sobre tres pies, y no más fuerte
que un niño, cual espectro
en plena luz del día,
va de acá para allá.



Agamenón. Esquilo.
Càtedra. p239