Don Victor no era pesado, eso es verdad. Se había cansado pronto de hacer el galán, y paulatinamente había pasado al papel de bar- ba, que le sentaba mejor. ¡Oh, y lo que es como un padre se había hecho querer, eso sil; no podía ella acostarse sin un beso de su marido en la frente. Pero llegaba la primavera, y ella misma, ella le buscaba los besos en la boca; le remordía la con ciencia de no quererle como marido, de no desear sus caricias: y además tenía miedo a los sentidos excitados en vano. De todo aquello resultaba una gran injusticia, no sabía de quién, un do lor irremediable que ni siquiera tenía el atractivo de los dolo res poéticos; era un dolor vergonzoso, como las enfermedades que ella había visto en Madrid anunciadas en faroles verdes y encarnados.
La Regenta, X
¿Hacía el papel de barba? Con esa expresión ha llegado un recuerdo: el papel barba. ¿De la marca Guarro? ¿De la marca Galgo?
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