Junto a alguna de esas yacijas, se veía también inclinado a un traseúnte o vecino, atraído por una compasión repentina. En al-gún lugar aparecía un socorro mandado por más lejana previsión, movido por una mano rica de medios, y acostumbrada a auxiliar en grande, y era la mano del buen Federigo. Había éste elegido seis sacerdotes en los cuales una caridad viva y perseverante se hallaba acompañada y servida por una robusta complexión; los ha bia dividido en parejas, y a cada una le había asignado un tercio de la ciudad que recorrer llevando acercaban a los que veían tirados en el suelo, y a cada cual le prestaban la ayuda que el caso requeria. Alguno, ya agonizante y no en situación de recibir alimento, recibía los últimos auxilios y los consuelos de la religión. A los hambrientos les dispensaban sopa, huevos, pan, vino; a otros, extenuados por un ayuno más antiguo, les ofrecían caldos sustanciosos, des-tilados, vino más generoso, reanimándolos antes, si era necesario, con sales y cordiales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario