Volvemos de vacaciones más cansados que cuando partimos. Normal, canónico.
Me atrevo hoy, inicio de muchos cursos escolares, a ofreceros las reflexiones de San Agustín, obispo norteafricano de Hipona, sobre su infancia y los esfuerzos de sus padres en su educación retórica. Lo leemos en sus magníficas y tiernas Confesiones (año 394).
No consta la inflación en aquellos romanos años imperiales.
Salud. Vale.
LIBRO II
CAPÍTULO III
Del viaje que hizo a Cartago para continuar allí sus estudios
y de los intentos de sus padres en orden a esto mismo.
En aquel año (369) se habían interrumpido mis estudios, porque habiendo yo vuelto de Madauro, ciudad que estaba cerca de Tagaste, en la cual había estado aprendiendo letras humanas y la retórica, en este tiempo intermedio se iban juntando y previniendo los caudales necesarios para enviarme a continuar mis estudios a la ciudad de Cartago, que estaba mucho más lejos, lo cual se intentó y efectuó más por animosa resolución de mi padre, que por la abundancia de sus riquezas, pues él era un vecino de Tagaste cuyas facultades y hacienda eran bien cortas...
...¿Quién había que entonces no llenase de elogios a mi padre, porque con unas expensas superiores a su hacienda me daba cuanto fuese necesario para ir a continuar los estudios tan lejos de mi patria, cuando se veía que otros ciudadanos mucho más ricos que mi padre no cuidaban de ejecutar otro tanto con sus hijos? Ni tampoco mi padre cuidaba de que yo adelantase en vuestro santo temor y servicio, ni de que viviese castamente, con tal que cultivase la elocuencia y me hiciese discreto y culto, aunque el campo de mi corazón, de quien Vos, Dios mío, sois el único, legítimo y verdadero dueño, estuviese desierto y sin cultivo.
Jebba infantil tradicional tunecina
Parece ser que sí consta la inflación en los años imperiales (nihil novum sub sole):
ResponderEliminar"en el 310 los precios se duplican y veinte años después se triplican. Pero tras esta época y en particular después del 338, a juzgar de los documentos provenientes de Egipto, el aumento de los precios en relación con la moneda de baja aleación deviene en desaforado. Para el ejército y los empleados públicos había repartos públicos de productos de primera necesidad, complementados con sueldos en la moneda de bronce devaluada, que servían para la compra de menudencias adicionales en el mercado libre. Al mismo tiempo, los ricos disfrutaban de las ventajas de una buena moneda de oro
con la que podían comprar toda clase de artículos de lujo del mundo conocido". L. Rodríguez Ennes, "Depreciación monetaria e inflación en la crisis del Bajo Imperio". Disponible en:
https://www.boe.es/biblioteca_juridica/anuarios_derecho/abrir_pdf.php?id=ANU-R-2021-90017700196
Insuperable aporte, preciso, concreto y nada inflado. Gracias
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