jueves, 23 de enero de 2025

ERÓTICA DEL PIE


Bazán madre naturaleza xx

Yo te descalzo... yo. Como cuando eras una cativa, ¿te acuerdas?, un tapón así... y yo te descalzaba y vestía... y hasta te tengo peinado mil veces.

Medio riendo, medio enfadándose, la muchacha no retiró el pie de las manos de su amigo. Este hacía ya saltar uno tras otro los botoncitos de la botina de casimir, mal hecha, muy redonda de punta contra todas las leyes de moda. Tiró después delicadamente, con un pellizco fino, del talón de la media de algodón, y la media bajó; arrollola en el tobillo, y con un nuevo tirón dejó el pie desnudo. Sus palmas se distrajeron y embelesaron en acariciar aquel pie, que le recordaba la patita rosada y regordeta de la nené a quien tanto había traído en brazos. Era un pie de montañesa que se calza siempre y que tiene en las venas sangre patricia; no muy grande, algo encallecido por la planta, pero arqueado de empeine, con venillas azules, suave de talón y calcañar, redondo de tobillo, blanco de cutis, con los dedos rosados o más bien rojizos de la presión de la bota, y un poco montado el segundo sobre el gordo. El pie transpiraba, por haber andado mucho y aprisa.




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