viernes, 18 de marzo de 2022

LARINGOPLASTIA Y EL POEMA DE FERNÁN GONZÁLEZ


La voz, de varón o de mujer, es uno de los signos clásicos considerados factores sexuales secundarios. Hasta tal punto el timbre de voz es sexo dependiente que permite en general identificar a un sujeto tan solo oyéndolo. Por eso algunos seres humanos que transicionan, para completar el proceso, se someten a cirugía laríngea que les permite modificar su registro vocal.
Para ilustrar este extremo, una divertida historia de nuestro acervo cultural medieval, nada menos que el Poema de Fernán González, de autor anónimo (año 1255). Encarcelado nuestro conde (padre de Castilla como Reino) escapa de sus prisiones gracias a la ayuda de su esposa y disfrazado en traje de mujer, y procura, en buena lógica, no pronunciar palabra hasta sentirse a salvo de su mazmorra.



"...el corazón del hombre siempre está bullendo y no se aquieta hasta encontrar solución para poder cumplir lo que desea, y el gran amor todas las cosas vence haciendo ligeras las pesadas, los castellanos, con el gran deseo de librar a su señor, descubrieron cuál sería lo mejor. Entonces se reunieron quinientos caballeros bien provistos de caballos y de armas, y juraron todos sobre los santos evangelios que irían con la condesa para tratar de librar al conde. Hecho este juramento, partieron de Castilla, de noche, y no quisieron ir por camino alguno, sino por montes y valles desviados donde no les viera nadie ni fuesen descubiertos. Al llegar a Mansilla del Camino, la dejaron a la diestra, y subieron hacia la Somoza, donde encontraron un monte muy espeso en que posaron todos. Allí los dejó la condesa doña Sancha y se fue para León con solo dos caballeros y su esportilla al cuello y su bordón a la mano como romera. Hizo saber al rey cómo iba en romería a Santiago, y que le rogaba le dejase ver al conde. El rey le mandó decir que le placía de buena gana, y salió a recibirla fuera de la villa, como una legua, con muchos caballeros. Entrados en la villa, fuese el rey a su morada, y la condesa fue a ver al conde. Al verla, fue a abrazarle llorando de los ojos. La consoló entonces el conde y le dijo que no se quejase, pues sufrimiento era todo lo que Dios quería en los hombres y que tal cosa acontecía a reyes y a grandes hombres. La condesa envió luego a decir al rey que le rogaba mucho, como a señor bueno y mesurado, que mandase sacar al conde de los grillos, diciéndole que el caballo trabado nunca bien podía hacer hijos. Dijo el rey entonces:
—«Así Dios me valga, creo que dice verdad», y le mandó quitar los grillos. Y aquella noche holgaron ambos en uno y hablaron mucho de sus cosas, y dispusieron cómo hacer todo lo que tenían pensado si Dios se lo quería permitir. Se levantó la condesa muy de mañana, a los maitines, y vistió al conde con los paños de ella. El conde, disfrazado de esta suerte, se dirigió a la puerta a manera de dueña, y la condesa cerca de él, encubriéndose lo mejor que podía. Cuando llegaron a la puerta, dijo la condesa al portero que se la abriese. El portero respondió: —«Dueña, lo hemos de saber antes del rey.» Díjole ella entonces: —«Por Dios, portero, no ganas nada con que yo tarde aquí y no pueda luego cumplir mi jornada.» El portero, pensando que era la dueña, le abrió la puerta, y salió el conde, mientras la condesa quedó dentro encubriéndose del portero. El conde, en cuanto hubo salido, no se despidió ni habló, para que por ventura no fuese descubierto por la voz y quedase así impedido lo que él y la condesa querían. Fuese luego derecho a un portal, donde, como le consignara la condesa, le esperaban aquellos dos caballeros suyos con un caballo. En cuanto llegó, cabalgó en aquel caballo y se marcharon saliendo de la villa muy encubiertamente andando lo más deprisa que pudieron, hasta el lugar en que había dejado a los caballeros. Llegados a la Somoza, fueron al espeso monte donde les esperaban, y el conde, cuando lo vio, tuvo con ellos muy gran placer, como hombre que salía de un tal lugar. "




martes, 15 de marzo de 2022

VARÓN Y MUJER Y VICEVERSA

Tirèsias metamorfosis



En este siglo XXI una parte de la población ha accedido a nuevos derechos sociales, muchos de ellos yacen en al ámbito de los derechos sexuales y eróticos. Hombre y mujer tienen capacidad para amar y ser amados. 
Tal vez como juego, como experimento mental, nuestros amigos los griegos de la antigüedad se preguntaron qué sexo gozaba más en el momento del ayuntamiento carnal. Ante pregunta tan delicada y enmarañada, ¿a quién preguntar? ¿Quién podría hablar con conocimiento de causa? La respuesta es fácil, preguntad a Tiresias el ciego adivino que a lo largo de su vida fue hombre y mujer. A él le preguntaron Júpiter y su esposa Juno. A él preguntamos. 
Veamos su historia contada por el gran Ovidio en su magna obra (y entretenida) Metamorfosis en el Libro III versos 316-338.

...y (Jupiter) con la desocupada Juno agitaba
remisos juegos, y: «Mayor el vuestro en efecto es, 
que el que toca a los varones», dijo, «el placer».

Ella lo niega; les pareció bien cuál fuera la sentencia preguntar
del docto Tiresias: Venus para él era, una y otra, conocida,
pues de unas grandes serpientes, uniéndose en la verde
espesura, sus dos cuerpos a golpe de su báculo había violentado, 
y, de varón, cosa admirable, hecho hembra, siete
otoños pasó; al octavo de nuevo las mismas
vio y: «Es si tanta la potencia de vuestra llaga»,
dijo, «que de su autor la suerte en lo contrario mude:
ahora también os heriré». Golpeadas las culebras mismas, 
su forma anterior regresa y nativa vuelve su imagen.
El árbitro éste, pues, tomado sobre la lid jocosa,
las palabras de Júpiter afirma; más gravemente la Saturnia (Juno) de lo justo,
y no en razón de la materia, cuéntase que se dolió,
y de su juez con una eterna noche dañó las luces. 
Mas el padre omnipotente -puesto que no es lícito vanos a ningún
dios los hechos hacer de un dios-, por la luz arrebatada,
saber el futuro le dio y un castigo alivió con un honor.



miércoles, 9 de marzo de 2022

PAPÁ SE VA A LA GUERRA ..



La guerra es la ultima ratio y nunca debería ocurrir. Hemos visto cómo en la tragedia clásica griega se nos relata los males que cabe esperar a los vencidos. Pero antes, y lo estamos viviendo justo ahora en Ucrania, está la despedida, el desgarro de la familia del guerrero. Así se relata esta situación en la Ilíada (canto VI, versos 376-486), cuando Homero nos cuenta la dolorosa separación de Héctor de su mujer Andrómaca y de su hijito Astianacte. 

376 «¡Ea, esclavas! Decidme la verdad: ¿Adónde ha ido Andrómaca, la de níveos brazos, desde el palacio? ¿Á visitar á mis hermanas ó á mis cuñadas de hermosos peplos? ¿Ó, acaso, al templo de Minerva, donde las troyanas, de lindas trenzas, aplacan á la terrible diosa?»

381 Respondióle la fiel despensera: «¡Héctor! Ya que nos mandas decir la verdad, no fué á visitar á tus hermanas ni á tus cuñadas de hermosos peplos, ni al templo de Minerva, donde las troyanas, de lindas trenzas, aplacan á la terrible diosa, sino que subió á la gran torre de Ilión, porque supo que los teucros  (troyanos) llevaban la peor parte y era grande el ímpetu de los aqueos. Partió hacia la muralla, ansiosa, como loca, y con ella se fué la nodriza que lleva el niño.»

390 Así habló la despensera, y Héctor, saliendo presuroso de la casa, desanduvo el camino por las bien trazadas calles. Tan luego como, después de atravesar la gran ciudad, llegó á las puertas Esceas—por allí había de salir al campo,—corrió á su encuentro su rica esposa Andrómaca..... la esposa de Héctor, de broncínea armadura, que entonces le salió al camino. Acompañábale una doncella llevando en brazos al tierno infante, hijo amado de Héctor, hermoso como una estrella, á quien su padre llamaba Escamandrio y los demás Astianacte, porque sólo por Héctor se salvaba Ilión. Vió el héroe al niño y sonrió silenciosamente. Andrómaca, llorosa, se detuvo á su vera, y asiéndole de la mano le dijo:

407 «¡Desgraciado! Tu valor te perderá. No te apiadas del tierno infante ni de mí, infortunada, que pronto seré viuda; pues los aqueos te acometerán todos á una y acabarán contigo. Preferible sería que, al perderte, la tierra me tragara, porque si mueres no habrá consuelo para mí, sino pesares; que ya no tengo padre ni venerable madre....Héctor, ahora tú eres mi padre, mi venerable madre y mi hermano; tú, mi floreciente esposo. Pues, ea, sé compasivo, quédate en la torre—¡no hagas á un niño huérfano y á una mujer viuda!—....

440 Contestó el gran Héctor, de tremolante casco: «Todo esto me preocupa, mujer, pero mucho me sonrojaría ante los troyanos y las troyanas de rozagantes peplos, si como un cobarde huyera del combate; y tampoco mi corazón me incita á ello, que siempre supe ser valiente y pelear en primera fila, manteniendo la inmensa gloria de mi padre y de mí mismo....

466 Así diciendo, el esclarecido Héctor tendió los brazos á su hijo, y éste se recostó, gritando, en el seno de la nodriza de bella cintura, por el terror que el aspecto de su padre le causaba: dábanle miedo el bronce y el terrible penacho de crines de caballo, que veía ondear en lo alto del yelmo. Sonriéronse el padre amoroso y la veneranda madre. Héctor se apresuró á dejar el refulgente casco en el suelo, besó y meció en sus manos al hijo amado, y rogó así á Júpiter y á los demás dioses:

476 «¡Júpiter y demás dioses! Concededme que este hijo mío sea, como yo, ilustre entre los teucros y muy esforzado; que reine poderosamente en Ilión; que digan de él cuando vuelva de la batalla: ¡es mucho más valiente que su padre!; y que, cargado de cruentos despojos del enemigo á quien haya muerto, regocije de su madre el alma.»

482 Esto dicho, puso el niño en brazos de la esposa amada, que al recibirlo en el perfumado seno sonreía con el rostro todavía bañado en lágrimas. Notólo Héctor y compadecido, acaricióla con la mano y así le habló:

486 «¡Esposa querida! No en demasía tu corazón se acongoje, que nadie me enviará al Orco antes de lo dispuesto por el hado; y de su suerte ningún hombre, sea cobarde ó valiente, puede librarse una vez nacido.