sábado, 25 de julio de 2015

LOS NIÑOS SIEMPRE DICEN LA VERDAD




Aristágoras, tirano de Mileto (Jonia) acude a Esparta solicitando de Cleómenes la ayuda de los lacedemonios contra el Persa. Aristágoras tienta a Cleómenes con cantidades cada vez mayores para comprar su ayuda. Afortunadamente, su hija Gorgo nos da un ejemplo de honestidad ante los chantajes. 
¿Cuantos políticos actuales no hubieran necesitado a su lado hijos tan íntegros?



 


“Viéndose Aristágoras tan mal despachado y despedido, toma en las manos en traje de suplicante un ramo de olivo, y refugiándose con él al hogar mismo de Cleómenes, le ruega por Dios que tenga a bien oírle a solas, haciendo, retirar de su vista aquella niña que consigo tenía, pues se hallaba casualmente con Cleómenes su hija Gorgo, de edad de 8 a 9 años, única prole que tenía. Respóndele Cleómenes que bien podía hablar sin detenerse por la niña de cuanto quisiera decirle. Al primer envite ofrécele, pues, Aristágoras hasta 10 talentos, si consentía en hacerle la gracia que le pidiera: rehúsalos Cleómenes, y él, subiendo siempre de punto la promesa, llega a ofrecerle hasta 50 talentos. Entonces fue cuando la misma niña que lo oía: —«Padre, le dijo, ese forastero, si no le dejáis presto, yéndoos de su presencia, logrará al cabo sobornaros por dinero.» Cayéndole en gracia a Cleómenes la simple prevención de la niña, se retiró de su presencia pasando a otro aposento. Precisado con esto Aristágoras a salir de Esparta, no tuvo lugar de hablarle otra vez para darle razón del largo camino que había hasta la corte del rey.”



Heródoto. Los Nueve Libros de la Historia. V, 51, 2.
Traducción P. Bartolomé Pou, S. J. (1727-1802)


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