domingo, 2 de agosto de 2015

¿VIRTUD O MALDAD? O HÉRCULES EN LA ENCRUCIJADA


¿VIRTUD ó MALDAD?

Sebastiano Ricci (1659 - 1734). Hércules en la Encrucijada.

 
Todos los padres, los míos también, viven preocupados por el futuro de sus hijos. Uno de los temores más acuciantes atañe a las cualidades morales que exhibirá nuestro retoño, nuestro brote. Y la meditación sobre el camino “recto” que no es sino el de la “virtud” entendida como esfuerzo y persistencia cruza los siglos, desde los paganos hasta los cristianos mostrando siempre la importancia y dificultad de la elección.
Hoy traigo a colación a Basilio de Cesárea (330 – 379), Padre de la Iglesia de los primeros siglos, en cuyo escrito “A los jóvenes: cómo sacar provecho de la literatura griega” se entrelazan ambos mundos, pagano y cristiano, con la amplitud de miras suficiente para saber discernir cómo muchos escritores paganos reflexionaron sobre virtudes y costumbres aceptables y asumidas por los cristianos. En realidad no son dos mundos opuestos, sino un continuum de imágenes virtuosas que nos es dable hallar entre otros en Homero, Hesíodo, Jenofonte y Basilio. ¡Sólo hay que saber elegir¡ Y a eso se dedica este panfleto delicioso.

PD. Para aquellos que tras leer a Basilio no estén aun ahítos, añado una de sus fuentes, Jenofonte (434 - 354 a.C)




Mosaico Bizantino de Basilio de Cesárea


“….Heracles, cuando era muy joven, con casi la misma edad que vosotros tenéis ahora, y estaba decidiendo qué camino tomar, si el que lleva por el esfuerzo a la virtud o el otro más fácil, se le acercaron dos mujeres, que eran Virtud y Maldad.
Y de inmediato, aun estando calladas, manifestaban por su figura lo diferente que eran. La una, en efecto, a base de cosmética esta acicalada para aparentar belleza, se derretía de lúbrica molicie y llevaba colgando todo un enjambre de placeres: y el caso es que lo iba exhibiendo y, prometiéndole aún más cosas, intentaba arrastrar a Heracles hacia sí.
Pero la otra estaba hecha un esqueleto y sucia y con la mirada seria y le decía cosas muy distintas: no le prometía, no, nada de desenfreno ni de placer, sino sudor, fatigas y peligros sin cuento por tierra y mar: el premio de todo esto era hacerse dios, según el relato de aquél. Y precisamente a esta última acabó por seguir Heracles.”

Basileo de Cesárea. A los jóvenes: Cómo sacar provecho de la literatura griega. Ed. Ciudad Nueva, 2011. (V, 14-16)


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“Cuando Hércules estaba pasando de la niñez a la adolescencia, momento en el que los jóvenes, al hacerse independientes, revelan si se orientarán en la vida por el camino de la virtud o por el del vicio, cuentan que salió a un lugar tranquilo y se sentó sin saber por cuál de esos dos caminos se dirigiría...
Y se le aparecieron dos mujeres altas que se acercaban a él, una de ellas de hermoso aspecto y naturaleza noble, de pureza engalanado el cuerpo, la mirada púdica, su figura sobria y vestida de blanco.
La otra estaba bien nutrida y aun metida en carnes, blanda, embellecida con colorete, de modo que parecía más coloradota y esbelta de lo que era; tenía los ojos abiertos de par en par y llevaba un vestido que dejaba entrever sus encantos juveniles. Se  miraba y remiraba sin parar, mirando si algún otro la observaba, y a cada momento hasta se volvía a mirar su propia sombra.
Cuando estuvieron más cerca de Heracles y mientras la primera le seguía al mismo paso, la segunda se adelantó ansiosa de interpelar a Heracles y le dijo:

—Te veo indeciso, Heracles, sobre el camino de la vida que has de tomar. Por eso, si me tomas por amiga, yo te llevaré por el camino más dulce y más fácil y no te quedará sin probar ninguno de los placeres. Vivirás sin conocer las dificultades y las penas. En primer lugar, no tendrás que preocuparte de guerras ni trabajos, sino que te pasarás la vida pensando qué comida o bebida agradable escoger, qué podrías ver u oír para deleitarte, con qué aromas te gustaría perfumarte y con qué jovencitos te gustaría más estar acompañado, cómo dormirías más blando y cómo conseguirías todo ello con el menor trabajo. Y si alguna vez te entra recelo por los gastos para conseguir eso, no pienses que yo te llevaré a esforzarte y atormentar cuerpo y espíritu para procurarlo, sino que te aprovecharás del trabajo de los otros sin privarte de nada de lo que se pueda sacar algún provecho, porque a los que me siguen yo les doy la facultad de sacar ventajas por doquier.

Dijo Heracles al oír estas palabras:
—Mujer, ¿cuál es tu nombre?
Y ella respondió:
—Mis amigos me llaman Felicidad, pero los que me odian, para denigrarme, me llaman Placer.

En esto se acercó la otra mujer y dijo:
—Yo he venido también a ti, Heracles, porque sé quiénes son tus padres y me he dado cuenta de tu carácter durante tu educación. Por ello tengo la esperanza de que, si orientas tu camino hacia mí, podrás llegar seguro a ser el héroe de nobles y hermosas hazañas y yo misma seré mucho más estimada e ilustre por los bienes que otorgo. No te voy a engañar con preludios de placer, sino que te explicaré cómo son las cosas en realidad, lisa y llanamente, tal como los dioses las establecieron. Porque de cuantas cosas buenas y nobles existen los dioses no conceden nada a los hombres sin esfuerzo ni solicitud, sino que, si quieres que los dioses te sean propicios, debes honrarlos, si quieres que tus amigos te estimen, tienes que hacerles favores, y, si quieres que alguna ciudad te honre, debes servirla; si pretendes que toda Grecia te admire por tu valor, has de intentar hacer a toda Grecia algún bien; si quieres que la tierra te dé frutos abundantes, tienes que cuidarla; si crees que debes enriquecerte con el ganado, debes preocuparte por él; si aspiras a prosperar en la guerra y quieres ser capaz de ayudar a tus amigos y someter a tus enemigos, debes aprender las artes marciales de quienes las conocen y ejercitarte en la manera de utilizarlas. Si quieres adquirir fuerza física, tendrás que acostumbrar a tu cuerpo a someterse a la mente y entrenarlo por medio de trabajos y sudores.

El Placer, interrumpiendo, dijo:
-  ¿Te das cuenta, Heracles, de cuán largo y difícil es el camino que esta mujer te propone hacia la dicha? Yo te llevaré hacia la felicidad por un camino fácil y corto.

Entonces dijo la Virtud:

- ¡Miserable! ¿Qué bien posees tú? O ¿qué sabes tú de placer, si no estás dispuesta a hacer nada para alcanzarlo? Tú, que ni siquiera esperas el ansia de placer sino que, antes de desearlo, te sacias ya de todo, comiendo antes de tener hambre, bebiendo antes de tener sed, contratando cocineros para comer a gusto, buscando vinos carísimos para beber con agrado, corriendo por todas partes para buscar nieve en verano. 

Para dormir a gusto no te conformas con un colchón mullido sino que además procuras armadura y dosel para las camas, pues deseas dormir no porque te cansas, sino por no tener nada que hacer. Y, en cuanto a los placeres amorosos, los fuerzas antes de necesitarlos recurriendo a toda clase de artificios contra natura y utilizando a hombres como mujeres. Así es como educas a tus propios amigos, vejándolos por la noche y haciéndolos acostarse a las mejores horas del día. A pesar de ser inmortal, los dioses te han rechazado y los hombres de bien te desprecian. No oyes nunca el más agradable de los sonidos, el de la autoestima, ni contemplaste jamás el más hermoso espectáculo, el de una buena acción hecha por ti.

¿Quién podría creerte cuando hablas? ¿Quién te socorrería en la necesidad? ¿Quién que fuera sensato se atrevería a ser de tu cofradía? Pues es la de las personas que mientras son jóvenes son físicamente débiles y, de viejos, se vuelven torpes de espíritu, porque durante su juventud se mantuvieron relucientes y sin esfuerzo y ya en la vejez la atraviesan marchitos y llenos de fatiga, avergonzados de sus acciones pasadas y agobiados por las presentes, pues, tras pasar velozmente durante su juventud por los placeres, han reservado para la vejez las lacras.

Yo, en cambio, estoy con los dioses y los hombres de bien y no hay acción hermosa divina o humana que se haga sin mí. Recibo más honores que nadie, tanto de los dioses como de los hombres afines. Soy una colaboradora estimada para los artesanos, guardiana leal de la casa de los señores, asistente benévola para los criados, buena auxiliar en los trabajos de la paz, aliada segura de los esfuerzos de la guerra, la mejor intermediaria en la amistad. Mis amigos disfrutan sin problemas de la comida y la bebida, porque se abstienen de ellas mientras no sienten deseo de ellas. Su sueño es más agradable que el de los vagos y, si se sienten molestos cuando lo dejan, ni siquiera a causa de él dejan de llevar a cabo sus obligaciones. Los jóvenes son felices con los elogios de los mayores, y los más viejos se complacen con los honores de los jóvenes. Disfrutan recordando acciones de antaño y gozan llevando bien a cabo las presentes. Gracias a mí son amigos de los dioses, estimados de sus amigos y honrados por su patria. Y cuando les llega el final marcado por el destino, no yacen sin gloria en el olvido, sino que florecen por siempre en el recuerdo, celebrados con himnos. 

Así es, Heracles, hijo de padres ilustres, como podrás, a través del esfuerzo continuado, conseguir la felicidad más perfecta”.

Jenofonte. Memorabilia. “Heracles en la encrucijada"




PS. Hermosas y numerosas representaciones de la Historia del Arte de mismo tema: https://commons.wikimedia.org/wiki/Category:Hercules_at_the_crossroads



Hércules: camino empredado frente a camino liso

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