sábado, 10 de abril de 2021

PEREGRINOS, ALBERGUES, NIÑOS Y JUGUETES


Cualquiera de los escasos visitantes de este Blog, selecto donde los haya, habrá notado sin duda lo mal tratados que en general son los niños en los textos que comparto. ¡Cosas de los siglos pasados¡ Sin embargo hoy traigo un texto bello, luminoso, tierno. Las analogías entre los peregrinos, sus estaciones y la volubilidad de los niños y sus juguetes me parece enternecedora. 

El fragmento me ha salido al encuentro leyendo el Convivio dantino.

¡Espero que os guste¡


“E igual que el peregrino que va por un camino por el que nunca fue, cree que toda casa que ve a lo lejos es la hospedería, y hallando que no es tal, endereza su pensamiento a otra, y así de casa en casa, hasta que la hospedería llega, así nuestra alma apenas entra en el nuevo camino de esta vida nunca recorrido, dirige los ojos al término de su sumo bien, y cualquier cosa que ve le parece tener en sí misma algún bien, cree que es aquél. Y como su primer conocimiento es imperfecto, porque no está experimentado ni adoctrinado, los pequeños bienes le parecen grandes, y por aquéllos empieza a desear. Así, pues, vemos a los párvulos desear más que nada una manzana y luego desear un pajarillo; y más adelante desear lindos vestidos; y luego un caballo, y luego mujer; y luego algunas riquezas, luego riquezas grandes y luego grandísimas. Y acaece esto porque en ninguna de estas cosas encuentra lo que va buscando, y cree que lo ha de encontrar más adelante. Por lo cual se ve que los deseos preséntanse unos tras otros a los ojos de nuestra alma de manera en cierto modo piramidal, porque el más pequeño está sobre todos, y es como punta de lo último que se desea, que es Dios, como base de todos.”


Convivio, IV, XII, 14-16. Dante




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