domingo, 1 de mayo de 2022

PENSAR, OBRAR

¡Oh, qué de cosas me ocurren juntas en esta simplicidad ¡Cuánto distan las obras de los pensamientos! ¡Qué hecho qué frito, qué guisado, qué fácil es todo al que piensa; que dificultoso al que obra! Pinto en la imaginación que es el pensar un bonito niño corriendo por lo llano en un caballo de caña, con una rehilandera de papel en la mano; y el obrar un viejo cano, calvo, manco y cojo, que sube con dos muletas a escalar una muralla muy alta y bien defendida.
¿He dicho mucho? Pues digo que no es menos. ¡Qué bien se disponen las cosas de noche à escuras con el almohada ¡Cómo saliendo el sol al punto las deshace como a la flaca niebla en el estío! ¡Quién me pudiera ver, cuando esta cuenta hice, con cuánto cuidado y poca gana de dormir la fabri qué! Fueron castillos en arena, fantásticas quimeras. Apenas me vestí, que todo estaba en tierra. Tenía trazadas muchas cosas, ninguna salió cierta; antes al revés y de todo punto contraria. Todo fue vano, todo mentira, todo ilusión, todo falso y engaño de la imaginación, todo cisco y carbón, como tesoro de duende.

Guzmán de Alfarache I, Libro II, capítulo 1.




1 comentario:

  1. En tal tesitura, entre el pensar y el obrar, "Preferiría no hacerlo" (Herman Melville: Bartleby, el escribiente).
    Claro que pensar por pensar puede ser divertido: "Me divierto pensando. ¿Comprende? Miro por la ventana y pienso. Pocas personas saben hasta qué punto es divertido pensar" (Simenon: Maigret y el fantasma).

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